Testimonio de Susana Jaya, educadora del Programa Acción Guambras del Proyecto Salesiano Ecuador, Zona Norte.

A mí me encanta mi trabajo, porque me da días diferentes, la oportunidad de involucrarme con las familias y aportar un “granito de arena” a sus vidas. -Susana Jaya, educadora.

Alrededor de todo el continente americano, los salesianos atienden a niñas, niños y adolescentes en situación de vulnerabilidad, siendo la problemática del trabajo infantil una de las realidades a las que dan respuesta. En Ecuador, la Fundación Proyecto Salesiano brinda diversos servicios y procesos formativos a la niñez y adolescencia que trabaja en calle y, en función a ello, los educadores y educadoras son el eje principal del abordaje en calle, acompañamiento familiar y socio educativo, refuerzo escolar y reinserción social.

Susana Jaya ha trabajado como educadora de calle por alrededor de 14 años en el sector de La Marín (zona comercial de la ciudad de Quito, Ecuador, donde se presentan altos niveles de trabajo infantil) y, a través de esta entrevista, nos comparte un poco de su experiencia.

RASS: ¿Cómo es tu día a día?

Susana: Normalmente, todo empieza cuando llego al centro de referencia y abrimos los espacios para brindar el refuerzo escolar. En esta época de pandemia hemos dado conectividad, nos ocupamos de sus tareas, los conectamos a sus clases virtuales, tenemos comunicación con sus docentes (ellos nos dicen las necesidades educativas que presentan). Por la tarde salimos a visitar a las chicas y chicos en sus lugares de trabajo, es decir, en la calle. Vemos cuáles son sus necesidades y las asistimos, conversamos con sus familias y muchas veces llegamos a acuerdos por diversas situaciones que se presentan. Para nosotros ha sido un arduo trabajo enfrentar esta realidad porque nos ha tocado ser madre, padre y docente. Estamos en los grupos de WhatsApp de los colegios de cada uno de los chicos, pendientes de sus clases en línea, de enviar sus tareas, de asistir a reuniones (a veces incluso en fines de semana); porque las familias no tienen internet o no entienden como funcionan las plataformas digitales, entonces no pueden involucrarse. Para nosotros, garantizar el derecho a la educación es lo más importante, y gracias a este esfuerzo hemos evitado la deserción escolar de muchos de nuestros niños, niñas y adolescentes. 

RASS: ¿Cuáles son las situaciones que empujan al los chicos y chicas a trabajar, y qué actividades realizan?

Susana: En definitiva, la situación económica. Son familias que viven del día a día, lo que sacan es para la comida, el pago de servicios básicos y para comprar la mercadería que van a vender al día siguiente. Tienen que hacer un capital diario para todos esos gastos y no tienen entradas fijas de dinero. Las chicas y chicos que yo atiendo venden en las calles, troles y ecovías: fruta de temporada, accesorios de celulares, caramelos y, por la pandemia, mascarillas y botellas de alcohol. Cabe recalcar que en la mañana los niños, niñas y adolescentes van a clases y en las tardes ayudan a sus padres porque, como manifiestan y se nota, ellos tienen más posibilidades de vender. Por ejemplo, las mamás están enfundando los productos mientras los chicos venden, porque ellos generan más ingresos.

RASS:  Como educadora, ¿cómo te impacta esta realidad?

Susana: Es una realidad muy cruel, yo veo cómo los chicos son maltratados en diversas formas, tanto por las mismas familias como por las personas que les compran, o cómo los mismos riesgos de estar en la calle los exponen a situaciones muy peligrosas. Es muy duro ver que ellos tienen que hacer esta actividad, no porque les guste, sino porque les toca.

RASS: ¿Cómo influye tu trabajo y los servicios que ofrece el Proyecto Salesiano en la vida de la niñez y juventud a la que atienden?

Susana: Uno de nuestros objetivos es quitarles horas de trabajo a través de las diversas actividades y servicios que se ofrecen. Desde el refuerzo escolar hasta los grupos organizados o los talleres de ciudadanía, buscamos la restitución de sus derechos, encaminándoles siempre a la educación, que es lo que les va a dar una alternativa, una nueva forma de pensar y un cambio en su realidad. Todo esto influye en su vida porque vienen a estudiar, se divierten en los espacios recreativos y tienen un espacio para disfrutar de su niñez.

RASS: ¿Qué te aporta, a nivel personal, este trabajo?

Susana: A mí me encanta mi trabajo, porque me da días diferentes, la oportunidad de involucrarme con las familias y aportar un “granito de arena” a sus vidas. Me da mucha alegría al ver cómo muchas niñas, niños y adolescentes aprovechan al máximo las oportunidades que se les brinda, la gran mayoría crece y va cambiando, adquiriendo nuevas actitudes, pensamientos y formas de vida, y me da satisfacción aportar algo en ese cambio. Para mí, el éxito es que sigan los procesos y encuentren sus propio camino y oportunidades de una vida nueva.

RASS: ¿Cómo vives el carisma salesiano?

Susana: Creo que la familiaridad y la cercanía son muy importantes, el escucharlos y compartir con ellos es vital. Ponerse, como yo digo, un poquito en sus zapatos y entender su realidad, estar en sintonía con lo que viven. También, el disciplinarles con amor y enseñarles con paciencia, eso hace que yo me acerque a ellos, y ellos a mí, porque notan y sienten que son importantes para nosotros.

RASS: ¿Qué frase te inspira?

Susana: La educación es cuestión del corazón.

RASS: ¿En alguna ocasión has querido “botar la toalla”?

Susana: Honestamente, ha habido algunas ocasiones. Los niños, niñas y adolescentes que atendemos no tienen figuras de autoridad y han vivido situaciones muy fuertes para su edad, entonces a veces es muy difícil trabajar con quienes se mantienen en negativas o diciendo «yo no puedo» y lo reflejan a través de su comportamiento con mucha agresividad. Por dentro me dan muchas ganas de gritar o llorar, me cuestiono y digo para mí misma: ¿qué hago aquí? Pero luego pienso en quienes han logrado sus objetivos y recuerdo que sí es posible, entonces, me levanto al siguiente día pensando en nuevas estrategias, en qué técnica me puede servir, pongo mi mejor sonrisa y sigo adelante.

RASS: ¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando su camino como educador o educadora en obra social salesiana?Susana: Que no se desmotive, que hay momentos en los que uno se siente mal al ver todas estas realidades que, por más que uno intente, no hay cambios estructurales como sociedad, pero como agentes de cambio podemos brindarles oportunidades de vida esta niñez y adolescencia en situación de trabajo infantil. Yo les motivo a que vivan esta experiencia donde uno siente que cambia vidas y eso llena el corazón.