En el corazón de la Congregación Salesiana, a nivel mundial, se encuentra una profunda vocación por el servicio a los jóvenes, especialmente, por quienes viven situaciones de vulnerabilidad, marginación y pobreza. Nuestra historia como obras sociales salesianas es una narrativa de compromiso inquebrantable con la educación y el bienestar de la niñez, adolescencia y juventud; una misión que responde a las realidades sociales y que transforma vidas.

Para comprender esta misión, es esencial remontarnos al siglo XIX, en el norte de Italia, donde Juan Bosco, siendo un joven sacerdote, fue a las calles y observó que había niños y jóvenes explotados por gente sin escrúpulos, en orfandad o encerrados en las cárceles. Se dio cuenta de que no existían jóvenes malos por esencia, «solamente hay jóvenes buenos a quienes nadie les ha dicho lo buenos que son». Para aquel entonces, fue un visionario que creía en la importancia de ofrecer a los niños y jóvenes una educación integral que no sólo abarcara aspectos académicos, sino, también, formación moral y espiritual.

Don Bosco se dedicó a defender los derechos de los niños y jóvenes huérfanos, analfabetos, en situación de calle, que eran explotados en el trabajo o que estaban en la cárcel. Es así que, en 1851, hace el primer contrato de trabajo con un empleador, un jefe de una empresa, un niño y él como garante, para que ese chico sea un aprendiz, es decir, que el trabajo sea educativo, no un medio de explotación. Esto lo hizo alrededor de 15 años antes de que Marx escribiera “El Capital” (en defensa de la clase obrera) y casi un siglo antes de que la Organización de las Naciones Unidas declare la Convención Sobre los Derechos del Niño.

Justamente, así, nació la misión salesiana: a través de la mirada y dando respuesta a la realidad social que aquejaba a esos chicos. En la actualidad, se traduce en el educar y acompañar, en su camino hacia la madurez y la plenitud de vida, a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, especialmente, a quienes viven condiciones de vulnerabilidad. Las obras sociales de los salesianos en América son un testimonio vivo del compromiso con la misión pastoral juvenil. Son una respuesta concreta a las necesidades de la niñez y adolescencia en la región que, a menudo, enfrentan desafíos abrumadores como la pobreza, la violencia y la falta de acceso a la educación de calidad.

La UNESCO señala que, para el año escolar 2023, a nivel mundial, 244 millones de niños y jóvenes de entre 6 y 18 años de edad siguen sin escolarizar. Según los últimos datos disponibles de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 8,2 millones de niños y niñas de entre 5 y 17 años trabajan en América Latina y el Caribe, y más del 50% realizan trabajos peligrosos para su salud, educación y bienestar. Además, 73 millones de los niños y niñas de la región «viven en países y territorios donde el castigo corporal en el hogar sigue estando permitido en cierta medida, mientras que 7 millones de niños y niñas en edad escolar carecen de plena protección jurídica contra el castigo corporal en la escuela» (UNICEF 2022).

Según el Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil, «estamos firmemente convencidos de que el fin último de nuestra misión en la Iglesia y en el mundo es el de ofrecer a los jóvenes, especialmente a los más pobres, la vida misma de Cristo, vida de relación, de amor (…)». La Familia Salesiana ha mantenido este compromiso constante, desde los tiempos de Don Bosco hasta la actualidad. Esto ha dado lugar a una amplia gama de iniciativas y servicios destinados a la población en situación de vulnerabilidad, priorizando la educación con el enfoque preventivo salesiano.

La misión, entonces, se plantea como una respuesta a las diversas realidades sociales, convirtiéndose en un espacio de acompañamiento y de acceso a oportunidades para la niñez, adolescencia y juventud. Las más de 180 obras sociales en América ofrecen diversos servicios de atención social que implican un seguimiento y la participación activa de las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y sus familias, implementando iniciativas que faciliten la superación de sus dificultades personales, contribuyendo, de este modo, a generar un impacto social beneficioso en las comunidades y en sus propias vidas. Sin embargo, la obra salesiana debe trabajar en unidad con otros actores políticos y sociales. El Padre Jorge Crisafulli, misionero en África, resalta que «lo más importante, no es solamente hacer intervenciones de emergencia, sino de trabajar a nivel de prevención y de incidencia política (…) es una gran lucha, un proceso y un camino en el que se debe trabajar en red, porque en ese movimiento nos hacemos fuertes».

Ahora, nos preparamos para los nuevos retos que plantea el Aguinaldo del Rector Mayor para el año 2024. El “sueño que hace soñar” nos recuerda la creciente importancia de abordar la educación y evangelización en un mundo marcado por el aumento de discursos de odio y violencia. Como educadores y educadoras evangelizadores, debemos ser como Don Bosco y enfrentar las realidades dolorosas con acciones concretas. En un mundo que cambia constantemente, la misión de los salesianos en América sigue siendo relevante y vital. Nuestra labor es un testimonio del poder transformador de la educación, el acompañamiento y la fe, y una inspiración para quienes desean construir un futuro lleno de oportunidades para la niñez, adolescencia y juventud de la región.

FUENTES:

Trabajo infantil: Estimaciones mundiales 2020, tendencias y el camino a seguir, Organización Internacional del Trabajo (OIT), 2021.

244 millones de niños y niñas no empezarán el nuevo año escolar, UNESCO, 2022.

Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana, Dicasterio para la Pastoral Juvenil Salesiana, 2014.

El primer contrato de aprendizaje de Don Bosco cumple 170 años, Salesianos España, https://salesianos.info/blog/el-primer-contrato-de-aprendizaje-de-don-bosco-cumple-170-anos/.

Aguinaldo 2024. “El sueño que nos hace soñar. Un corazón que convierte a los ‘lobos’ en ‘corderos’”.