¿Cómo ser fermento en la familia humana frente a las desigualdades sociales de América?

Y Jesús dijo de nuevo: «¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura que una mujer tomó y metió en tres medidas de harina, hasta que todo fermentó» (Lc 13,20-21).

Para este 2023, Don Ángel Fernández, Rector Mayor de los salesianos, propone en su Aguinaldo (tanto a los miembros de la familia salesiana, como a cada niño, niña y joven destinatario de la misión) «ser fermento en la familia humana de hoy», lo que implica que cada uno de nosotros tiene un lugar y una tarea específica en la construcción del Reino de Dios; como aquella levadura que hace crecer la masa. En este sentido, ¿cómo podemos ser ese elemento transformador frente a las desigualdades sociales que vivimos en el continente?

«La familia humana tiene muchas necesidades (…) es una familia necesitada de justicia, de dignidad para con los últimos y los descartados, de verdad, de paz y de fraternidad, del cuidado de la casa común y, sobre todo, de Dios», explica Don Ángel. Actualmente, 201 millones de personas viven en situación de pobreza en Latinoamérica. Es decir, que no cuentan con ingresos para cubrir sus necesidades básicas. De ellas, la mayoría (45%) son menores de 18 años, indígenas (46%), afrodescendientes (30%) y de zonas rurales (44,1%), considerando que una persona puede compartir varias de estas categorizaciones porcentuales. Las estructuras económicas desiguales incrementan los niveles de pobreza y esto genera, a su vez, situaciones de vulnerabilidad para con los sectores más desfavorecidos (condicionados, además, por su género, etnia y área de residencia). Según la CEPAL, «los impactos sociales que ha traído aparejada la pandemia no ceden y la región no ha podido retomar la senda de crecimiento y de reducción de la pobreza y la desigualdad, en un escenario de incertidumbre, elevada inflación, creciente informalidad laboral y precaria recuperación de los empleos».

«El problema más evidente que yo puedo observar es la falta de recursos económicos, muchos jóvenes no pueden estudiar porque sus padres no tienen empleo, o caen en el alcoholismo y la drogadicción porque no tienen ninguna guía o apoyo» comenta Kevin, quien asegura que, antes de participar de la propuesta formativa del programa TESPA (Talleres Escuela San Patricio, de Ecuador), sólo buscaba la manera de sobrevivir, pero ahora sueña con tener su propio taller de mecánica. Como él, miles de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, que enfrentan diversas situaciones de vulnerabilidad, encuentran un camino para seguir sus sueños a través de las propuestas educativo – pastorales de las obras sociales salesianas en el mundo.

En nuestros programas y servicios, compartimos, día a día, la vida de las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y familias que viven de cerca las desigualdades sociales de cada país y contexto local. Podemos escuchar sus preocupaciones y conocemos de cerca su realidad; sus dificultades, sueños y aquellas cosas que les dan esperanza. Y es, precisamente, en aquella cotidianidad, donde tenemos el llamado de construir el Reino de Dios. «El objetivo último de la misión de Don Bosco es, junto a la salvación de sus muchachos, la transformación de la sociedad». Entonces, nuestra misión no se trata únicamente de responder a necesidades específicas o a problemáticas sociales puntuales, sino de ser aquella semilla que genera cambios estructurales, de estar siempre en constante crecimiento, de encontrar nuestro lugar en la construcción del Reino de Dios. El Rector Mayor reflexiona que «el bien, así como el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanza de una vez y para siempre, sino que deben conquistarse cada día».

El rol de los seglares en la labor salesiana (reconociendo que la Iglesia está compuesta, en un 99% por personas laicas) es esencial para que la misión de Don Bosco siga en pie: «La iglesia necesita a los laicos y a la visión laical para hablar el lenguaje del mundo, de la humanidad (…) El laico es un cristiano que santifica el mundo desde dentro, que trabaja en la construcción del Reino Invisible de Dios». Son aquellos educadores y educadoras quienes, con su dedicación y cercanía, siembran a diario aquella semilla de esperanza en la niñez, adolescencia y juventud.

Este Aguinaldo, además, resalta el papel protagónico de los y las jóvenes en la misión, porque son testimonio vivo de este sueño de Don Bosco y, también, están llamados a transformar la realidad desde sus contextos. «A la luz de lo que más caracteriza nuestra pedagogía y nuestra espiritualidad, pretendemos ayudar, especialmente a los adolescentes y jóvenes, a descubrir que cada uno de ellos puede ser como la levadura de la que habla Jesús; como la buena levadura que ayuda a crecer y hacer más grande y sabroso el “pan” de la familia humana. Cada uno de ellos puede ser un verdadero protagonista y es, a su manera, “una misión en esta tierra”». Esta reflexión nos convoca a seguir trabajando en unidad, entendiendo que somos una comunidad donde cada persona tiene cualidades por descubrir, reconocer y valorar; y que esos dones puedan dar frutos «empeñados en crecer en la fe, en el amor verdadero, en la fraternidad y en servicio en favor de todos, especialmente los últimos, los más golpeados por la vida, los que menos oportunidades tienen».

FUENTES:

Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Panorama Social de América Latina y el Caribe, 2022 (LC/PUB.2022/15-P), Santiago, 2022.

AGUINALDO 2023. COMO FERMENTO EN LA FAMILIA HUMANA DE HOY. La dimensión laical de la Familia de Don Bosco.

Video: AGUINALDO 2023. ANS Media Español. https://www.youtube.com/watch?v=d2TMF5epfA0&t=925s